Un arma por cada ciudadano…

COMPARTA ESTE ARTÍCULO
Tiempo de lectura: 3 minutos

(30 DE MAYO, 2022) Por J. Jesús Esquivel.

 

Un arma por cada ciudadano…

 

Washington – Otra masacre volvió a sacudir a Estados Unidos y al mundo. Ahora tocó en Uvalde, Texas, cerca del territorio norte de México. Saldo: 19 niños, dos adultos y el asesino en serie muertos.

Los asesinatos masivos en Estados Unidos son tan constantes que ya la sociedad de ese país parece inmune al dolor y a la sangre ajena.

“En las armas confío”, fue el nuevo lema que acuñó en reacción a lo ocurrido en Uvalde, el expresidente y nuevamente aspirante a la Casa Blanca, Donald Trump. A muchos debe sorprender la piel tan dura de Trump y otros lo observarán como la exposición de un tipo ególatra, racista, insensible y provocador. ¡Cierto! Trump es inmune a las tragedias de otros y más si se trata de una comunidad hispana como la de Uvalde y con hincapié en el hecho de que el asesino de 19 menores y dos adultos fue otro latino, Salvador Ramos, de 18 años.

Trump no es más que el reflejo de la idiosincrasia y religión de las armas de un número muy alto de la sociedad anglosajona, conservadora y alineada al partido republicano. No excluyo a demócratas, latinos, afroamericanos, asiáticos y de otras minorías étnicas de los Estados Unidos, hay de todo; pero quienes comulgan con el expresidente son el extremo de lo que aquí en Entre calaveras y diablitos queremos exponer y que está ampliamente comprobado con hechos e historia.

Ni a la semana de la masacre en Uvalde, Trump, Ted Cruz -el senador federal por Texas-, y otros republicanos de relevancia nacional, asistieron a la Convención Nacional y anual que la Asociación Nacional del Rifle (NRA) llevó a cabo en Houston, a cuatro horas de distancia manejando de la población que por el joven Ramos se atavió de luto.

La NRA es la catedral del cabildeo y el financiamiento de campañas político-electorales republicanas, demócratas y de cualquier índole. La NRA invierte anualmente cientos de millones de dólares para apoyar a candidatos que abracen su causa; evitar a toda costa que en el Congreso federal, en cabildos locales y legislaturas estatales se aprueben leyes y mecanismos que limiten la venta, portación y uso de armas.

El cobijo de la NRA es la sacrosanta Segunda Enmienda de la Constitución política estadunidense. Cualquier ciudadano tiene derecho a su defensa personal y si es con armas de fuego y balas, mejor.

 

 

Los fabricantes de armas estadunidenses, a los mismos que tiene demandados el gobierno de México, son alcahuetes mudos de la NRA y testigos sordos a los llantos de los familiares de víctimas de sus productos, como los de Uvalde para ser directos.

Lo que hizo Ramos provocó que el presidente Joe Biden hiciera un nuevo llamado al Congreso federal para reconsiderar una legislación que limite la venta de armas semiautomáticas y su portación. Demócratas como Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes y su colega, el líder del Senado, Chuck Schumer, anunciaron que iniciaban negociaciones con algunos republicanos en ese sentido. No va a pasar nada. El Capitolio de Washington está acorazado ante la sangre y le rebotan las balas lanzadas con rifles R-15 como el que usó Ramos.

Nadie puede pensar en la sensibilidad del Congreso federal estadunidense si, a menos de una semana de la masacre de Uvalde en Houston con la NRA como anfitrión, las figuras relevantes y mejor postuladas para recuperar la Casa Blanca y controlar al Capitolio festejaban la venta desmedida, uso y portación de todo tipo de armas fabricadas para la muerte. Nadie cree en la farsa de los republicanos y de los demócratas. No se atreven a perder el financiamiento de millones de dólares de la industria de la guerra para afianzar sus deseos políticos.

Ante las llamas del Averno, cuna de mis padrinos los Chamucos, arrojo unos datos irrevocables: De acuerdo con el Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), encargado de regular y evitar la venta ilegal de armas, en Estados Unidos el arsenal vendido por los armeros hasta este momento alcanza la cifra de 400 millones de armas.

Es decir, con todas las armas vendidas alcanzaría para dar por lo menos una a cada uno de los poco más de 331 millones de habitantes de los Estados Unidos. Otro dato, también de ATF: en 2020 las fábricas de guerra produjeron más de 11 millones de nuevos productos, triplicando la cifra que en esta categoría había registrado la industria de la muerte en el año 2000. La vida por un caballo, dice el viejo adagio mexicano. La de otros, por mis pistolas, dice Trump y sus correligionarios gringos.

COMPARTA ESTE ARTÍCULO

Entradas relacionadas